“No tengo derecho a permanecer callado” – El legado de derechos humanos del rabino Marshall T. Meyer
“Todos los días me hacen saber que soy un judío”
Jacobo Timerman fue uno de los “desaparecidos” más famosos del régimen. Nacido en Ucrania, Timerman fue el fundador y director del periódico La Opinión. Fue uno de los pocos periodistas que se atrevieron a publicar artículos detallando las desapariciones y editoriales exponiendo los antecedentes de derechos humanos de la junta.
Las familias Meyer y Timerman eran amistades cercanas antes del golpe de estado de 1976 y los acontecimientos atroces que le siguieron. Jacobo frecuentemente asistía a las cenas famosas de trasnoche de la familia Meyer. Aunque era judío secular, a Jacobo le atraía la personalidad escandalosa, mente perspicaz y conversaciones interesantes de Marshall, a menudo se refería a él como “mi rabino”.
Jacobo “desapareció” el 15 de abril de 1997, un poco más de un año después del golpe de estado. Estuvo incomunicado y fue torturado repetidas veces. En su libro de gran éxito de ventas, Preso sin nombre, celda sin número, el cual le dedicó a Marshall Meyer, Timerman describe el odio antisemita que fue institucionalizado en la jerarquía militar y que frecuentemente provocó el trato particularmente severo de los presos judíos. Como cientos de otras personas que fueron detenidas, Timerman vio símbolos nazi y suásticas y fue insultado por ser judío. Lo pusieron en libertad bajo arresto domiciliario, le despojaron la ciudadanía argentina y lo forzaron a emigrar a Israel. Aun viviendo en el exilio, Jacobo continuó denunciando los crímenes contra los derechos humanos y los abusos cometidos por los militares.
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