“No tengo derecho a permanecer callado” – El legado de derechos humanos del rabino Marshall T. Meyer

Una Adolescencia Perdida: La Historia de Débora Benchoam

Meyer Panel 7 - SP

Una de las mejores formas de conocer a Marshall Meyer es a través de las historias de las personas a quien ayudó. En julio de 1977 policías vestidos de civil irrumpieron en la casa de Débora Benchoam en Buenos Aires, quien tenía 16 años de edad. Mientras ella miraba, los oficiales mataron a su hermano de 17 años, y después la detuvieron a ella. Su “crimen” había sido ser testigo al asesinato de su hermano.

Débora pasó los siguientes cuatro años encarcelada y fue sometida a trato cruel e inhumano. Durante el primer mes que estuvo detenida, estuvo incomunicada y tuvo que defenderse de los intentos de violación de los guardias. Después la llevaron a la cárcel de Villa Devoto, donde compartió una celda de 87 pies cuadrados con otras tres presas políticas, quienes la ayudaron a continuar sus estudios de secundaria. Pronto Débora empezó a escribir cartas a sus familiares quejándose de las condiciones en la cárcel.

A pesar de ser censuradas estas cartas, fueron sacadas de la cárcel, y eventualmente las vio el rabino Marshall Meyer. De inmediato, Meyer se encargó del caso y empezó a visitar a Débora en forma regular; le llevaba libros y otros materiales de lectura, y trató de conseguirle permiso para emigrar a Israel, Canadá o los Estados Unidos. Empezó a escribirles a miembros del congreso de Estados Unidos y también a rabinos estadounidenses. Finalmente, gracias a los esfuerzos personales del Congresista estadounidense, William Lehman, y la embajada de los Estados Unidos, Débora fue liberada en noviembre de 1981. Llegó a Miami, Florida, EE.UU., a los 19 años. Débora terminó los estudios universitarios y finalmente ejerció de abogado en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

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